El masterplan sirve como guía para el desarrollo completo del polígono, manteniendo coherencia espacial y una estructura clara para futuras fases. Tras completar la primera etapa, el proyecto se dividió y continuó su venta por lotes, manteniendo la lógica original de diseño y planificación.
Las decisiones del masterplan parten de tres principios: claridad en la estructura del suelo, eficiencia en la distribución de densidades y flexibilidad para adaptar cada fase a las necesidades comerciales. La zonificación asigna áreas residenciales, comerciales y verdes de manera coherente, facilitando una lectura ordenada del conjunto.
La definición del primer edificio responde a la necesidad de introducir un producto inicial sin cargar el proyecto de complejidad. Su volumen, tipologías y relación con el terreno fueron pensados para servir como punto de arranque y establecer la arquitectura base del desarrollo.
La estrategia por etapas permite que cada fase se incorpore sin alterar la estructura general del plan. Con esto se garantiza consistencia a largo plazo, incluso cuando la propiedad del suelo pasó a manos de otros desarrolladores.
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